miércoles, 23 de enero de 2013

Emily


           Era una tarde demasiada cálida como para ser invierno, algo extraño para la época, pero así llegué al mundo. Mis padres me nombraron  Patricia, pero a lo largo de mi vida, varios sobrenombres han reemplazado el verdadero.
          Me gustaba caminar por las calles más solitarias que podía encontrar; con manos en los bolsillos, un bolso lleno de sueños en la espalda y guitarra en mano, caminaba 3 cuadras para llegar a mi hogar. Aquella tarde cumplía 15 años, 15 años de una vida difícil, donde yo era parte del sustento de mi hogar…
-Papá, quiero un guitarra… - simples palabras, pero fue así como a la edad de 8 años tuve mi primera guitarra, que se convertiría en mi mejor amiga. Emily se llamó.

         Cada tarde, después de clases, me iba a tocar guitarra en algún lugar. Había gente que ya me conocía, así que casi nunca me iba con las manos vacías.

-Pobre muchacha, desde que su padre murió, ha tenido que ser parte del sustento para su hogar.
Escuchaba eso a diario…

-¿Cómo te ha ido Elizabeth? -era mi segundo nombre y así me decía mi mamá-
-Bien, reuní más gente y junté más plata que ayer-
   
         Ver aquella sonrisa de mi madre cada tarde, me ponía más feliz que nada en la tierra.
              
          No me gustaba que me dijeran rara, o que fuera diferente, pero creo que era parte de mi ADN. No tenía amigas, sólo a Emily.
          Me trataban mal, mis compañeros me llamaban pollo, pato, paté, pata, y un sin fin de estupideces. A mi 15 años, estaba más cansada que nadie de la vida, pero la vida no se cansaba de mi.