Era una tarde demasiada cálida como
para ser invierno, algo extraño para la época, pero así llegué al mundo. Mis
padres me nombraron Patricia, pero a lo
largo de mi vida, varios sobrenombres han reemplazado el verdadero.
Me gustaba caminar por las calles más
solitarias que podía encontrar; con manos en los bolsillos, un bolso lleno de
sueños en la espalda y guitarra en mano, caminaba 3 cuadras para llegar a mi
hogar. Aquella tarde cumplía 15 años, 15 años de una vida difícil, donde yo era
parte del sustento de mi hogar…
-Papá, quiero un
guitarra… - simples palabras, pero fue así como a la edad de 8 años tuve mi
primera guitarra, que se convertiría en mi mejor amiga. Emily se llamó.
Cada tarde, después de clases, me iba a
tocar guitarra en algún lugar. Había gente que ya me conocía, así que casi
nunca me iba con las manos vacías.
-Pobre muchacha, desde
que su padre murió, ha tenido que ser parte del sustento para su hogar.
Escuchaba eso a
diario…
-¿Cómo te ha ido
Elizabeth? -era mi segundo nombre y así me decía mi mamá-
-Bien, reuní más gente
y junté más plata que ayer-
Ver aquella sonrisa de mi madre cada tarde, me
ponía más feliz que nada en la tierra.
No me gustaba que me dijeran rara, o
que fuera diferente, pero creo que era parte de mi ADN. No tenía amigas, sólo a
Emily.
Me trataban mal, mis compañeros me
llamaban pollo, pato, paté, pata, y un sin fin de estupideces. A mi 15 años, estaba más cansada que nadie de la vida, pero la vida no se cansaba de mi.
Pattie, te amo. ¿Por qué escribes tan bien?
ResponderEliminarUna y otra, y otra vez, y no me canso. Escribes hermoso, espero que sigas así siempre. Recuerda que te amo más que la miechica.
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